martes, 24 de mayo de 2022

Oroitzapenak Txutxo

 



 



La Ribera (de Deusto)




No sabemos porqué, hoy le llaman Zorrotzaurre. Está asentada a lo largo de la margen derecha de la ría en un tramo de unos 2,5 km de longitud entre Deusto y Elorrieta. Las viviendas estaban en su mayoría situadas a lo largo del borde de la ría pues hacia el interior estaban las huertas y caseríos que desaparecieron al iniciarse las obras del canal a principios de los años 50. Las construcciones eran robustas pero sencillas y en muchos casos bastante humildes pues compartían baño para varias viviendas, aunque había también otras casas más elegantes, tipo indiano, con jardín y palmera.

La mayoría de la viviendas eran de alquiler y se comentaba que una gran mayoría de las viviendas de la zona de la plazuela pertenecían a la Duquesa de Alba.

Como el barrio era alargado, popularmente se solía dividir en tres zonas: Toldos/El Cambio, “La plazuela” y Zorrotzaurre (aquí este nombre sí era coherente pues esta parte de la Ribera sí estaba frente a Zorrotza).

Esta división venía muy bien, sobre todo cuando se celebraban las fiestas (a primeros de julio), pues duraban tres semanas ya que cada zona celebraba sus propios festejos. La Parroquia de San Pablo estaba situada hacia el centro del barrio en la zona de la “plazuela” y se terminó de construir hacia 1950 y creo que soy el primer y único Lasuen bautizado en esta parroquia.

Además de las viviendas había numerosas fábricas y talleres con gran actividad laboral que hacían que el barrio fuera muy bullicioso sobre todo los sábados a mediodía cuando los obreros terminaban de trabajar y cobraban su salario semanal.

Esta gran actividad laboral hizo que en los años de mayor esplendor (1950-1975) hubiera en el barrio: 14 bares (que también daban comidas), 2 oficinas bancarias, varias tiendas de ultramarinos, carnicerías, pescaderías, tienda de electricidad, zapatería, dos peluquerías de caballeros y creo recordar que también hubo una relojería.

Es de resaltar que de los 14 bares, en la mayoría, los propietarios eran euskaldunes pues provenían del Txorierri y de la zona de Mungia, Errigoiti, Busturia, y también de Lekeitio, Orozko y Otxandio.



 La casa


Situada en el n.º 20 de la Ribera de Deusto. El portal tenía una puerta que casi siempre estaba abierta y una aldaba de hierro de enormes dimensiones y de diseño moderno, diferente de la mayoría de los portales cuyas aldabas eran de latón y tenían la clásica forma de mano cerrada alrededor de una bola.

La casa tenía solo dos plantas y era de las más bajas de toda la Ribera. A cada lado de la casa había dos estrechos callejones por los que se accedía a un pabellón industrial que estaba en la parte trasera. Tanto el pabellón como la casa eran propiedad de Bilbao Goyoaga S.A., una importante empresa que se dedicaba a la fabricación de lonas, toldos y velas. 

Nosotros vivíamos en el primer piso, el segundo (y último) piso estaba dividido en dos, teniendo en uno como vecinos a un matrimonio con dos hijas cuyo cabeza de familia, Sátur, trabajaba de encargado en Toldos Goyaga. Los otros vecinos eran Nicolasa una mujer mayor viuda que vivía con su hija Puri a los que más tarde se unieron su marido Alberto y sus hijos Juan Alberto y Anabel.

El piso donde vivíamos era enorme (o eso me parecía a mí) pues además de 5 habitaciones, tenía una salita, una sala grande donde estaba el piano y mas tarde la TV, un salón comedor, una despensa, la cocina, el baño y la terraza y un pasillo larguísimo, todo en una superficie en planta de unos 160 m².

-La salita era donde cosía la Amatxu porque estaba orientada al sur y tenía mucha luz natural. Además tenía unas vistas inmejorables a la calle, a la ría y sobre todo a la parada del trolebus. También se utilizaba para recibir visitas y tenía una mesa camilla con un habitáculo abajo para un brasero que se utilizó muy poco pues era peligroso porque con las brasas podían arder faldones y cortinas.

La sala estaba junto a la salita y daba también a la ría. Tenía un balcón donde pasábamos, cuando hacía bueno, mucho tiempo viendo pasar los barcos y la gente, o leyendo tebeos. Lo más importante era el piano de pared que aunque viejo, era elegante pues tenía dos patas talladas y dos candelabros en el frente. Más tarde, en 1964 , se compró la TV y el piano pasó a un segundo plano.

-El pasillo, que como se ha comentado era muy largo, parecía la M30 por el “tráfico” que tenía. Hay que tener en cuenta que a través de él se accedía a todas las habitaciones y salas y también a la calle. Al principio recuerdo que el suelo era de madera y cerca de la puerta de entrada había un mueble paragüero muy elegante que tenía un espejo y perchas para abrigos y sombreros. Más tarde el mueble desapareció y se colocó un suelo de “sintasol” verde en el suelo.

-Entre las habitaciones había una especial que llamábamos el “cuarto oscuro” que tuvo entre otras la función de trastero, cuarto de estudio y vivienda temporal de la gallina que se solía comprar viva para comer en Navidades.

-La despensa estaba junto a la cocina y servía para almacenar el menaje, alimentos, bebidas etc., también había una “fresquera” que consistía en un cajón colgando por la ventana hacia el exterior y protegido por una rejilla para evitar el acceso de moscas y otros bichos y perdió su uso cuando se compró el frigorífico. Tengo recuerdo de haber visto en la despensa una tinaja de barro, como la de los romanos, llena de cal para conservar huevos y algún otro alimento.

-La cocina, al principio consistía en una chapa de hierro que se calentaba con leña o carbón, la mesa de comer y un fregadero que en sus bajos tenía una puertita pequeña donde se guardaba la basura en un cubo. A principios de los años 60 aprovechando la irrupción del gas butano se compró una cocina de la marca Corberó y se prescindió definitivamente de la leña y carbón. Por esas fechas también se compró el frigorífico que creo que era de la marca Siemens y que causó furor al principio, sobre todo a Jose Luis, Jose Mari y a mí, a Jose Luis porque no paraba de abrir y cerrar la puerta porque decía que sonaba como  la puerta de un coche, a Jose Mari y a mí por nuestras peleas para ver quien hacía hielos con la cubitera. Ya con la llegada del butano también se instaló una caldera de gas marca Jurin para el agua caliente.

En el baño había un inodoro, un lavabo y la bañera. Hasta que se puso el calentador a butano y la ducha, la forma de lavarse era calentar agua en la cocina y llenar la bañera. Supongo que para ahorrar agua y leña, los “machos” nos teníamos que lavar todos a la vez, lo que solía acabar en una trifulca cuyo mayor damnificado era yo. Para evitar esto, a veces, la Amatxu me bañaba a mí solo en la cocina en un balde grande de zinc.

El salón/comedor estaba al lado de la cocina y era donde se hacían las celebraciones. También lo utilizaba Aitatxu y después Amatxu para dar clases particulares. En el comedor había un armario empotrado enorme donde a la derecha se guardaban libros, documentos y tebeos y a la izquierda medicinas, vajilla, mantelería, ropa de cama etc... . En el centro de este armario estaba el fuego-bajo que no recuerdo haberlo visto en marcha, pero tengo entendido que alguna vez hubo un susto muy gordo porque empezó a salir humo que al parecer no llegó a más. Al lado del fuego debajo del armario había una especie de trampilla en el suelo con cerradura por la que se accedía a un habitáculo que nunca he sabido lo que contenía. Había también colgado en la pared un cuadro grande de plata o alpaca de “La última cena” también estaba el tocadiscos y sobre todo destacaba en una esquina  el teléfono, uno de los primeros de la Ribera. Su número era capicúa 35753 aunque pronto por el auge de la telefonía le tuvieron que meter un número más y se convirtió en 352753.

A la terraza se podía acceder desde la cocina o desde el comedor. Tenía una superficie aproximada de 16 m² (4x4), a mí me parecía enorme y los primeros recuerdos me llevan a las tardes de los domingos de buen tiempo cuando Aitatxu tomaba el café escuchando por la radio los partidos de futbol. Era allí, y también los domingos después de comer, mientras Arantza se quedaba con la Amatxu a fregar, cuando los “machos” jugábamos al futbol a “cara de perro”. Primero con pelotas hechas con papel de periódico atado con unas cuerdas de embalar y mas tarde con un balón de "verdad". No se por qué pero siempre éramos los mismos equipos: Jose Vicente y Jose Mari contra Jose Luis y un servidor. Jose Vicente y Jose Mari jugaban muy bien al futbol, de hecho, a Jose Mari en el colegio le llamaban Pelé un brasileño considerado  el mejor jugador del mundo entonces. A pesar de jugar bien, algunos balones acababan en el patio de la fábrica que estaba al lado y entonces había que abrir la “trampa” y bajar por una escaleras a recogerlo. Otras veces, las florituras de los “artistas” acababan con el balón más lejos, en el patio del bar de Eugenio. La “trampa” que daba acceso a la escalera que bajaba al patio y a dos trasteros, era una tabla grande de madera que cubría el suelo en esa zona de la terraza. En alguna época recuerdo que esa tabla era una puerta vieja que no llegaba a llenar el agujero de la escalera y Jose Luis se llevó un buen susto pues metió toda la pierna por el hueco llevándose unos rasponazos de aúpa. Teníamos prohibidísimo estar encima de la trampa y todavía no me explico como no hubo más accidentes. La terraza servía además para que Arantza practicara con habilidad el patinaje y para colgar la colada los días de sol.

De la huerta no tengo recuerdos pues era muy pequeño cuando desapareció para construir el pabellón industrial.

La familia

Aitatxu.-
No tengo muchos recuerdos pues solo tenía 7 años cuando murió. Recuerdo vagamente haber estado sentado en sus rodillas junto al fuego del comedor. También recuerdo que si nos portábamos mal solía decir suave pero seriamente: Gero….Gero….Otra situación que no se me olvida es una tarde que, en Otxandio, iba yo con Aitatxu y otro señor mayor con cara de enfadado paseando por la plaza entre el Ayuntamiento y el frontón, en algún momento me despisté y al volver a levantar la mano para coger la de Aitatxu se la dí sin darme cuenta al otro señor, al de un rato al percatarme del error se la retiré y el hombre metió la mano en su bolsillo y me dió un caramelo. Alguien comentó después que el señor mayor con cara de enfadado era Juan de Ajuriaguerra, jefe del PNV (clandestino en aquel momento) y por cierto primo lejano de Aitatxu.
Era muy religioso y había cuadros y referencias al papa Pio XII por todas partes y según comentaban los mayores nos llevó a ver al Nuncio Antoniutti (que luego fué Cardenal) en una visita que hizo a Bilbao. Los domingos y festivos rezábamos el rosario de rodillas en el comedor recitando las letanías en un perfecto latín: “Turris davidica”…. “Ora pronobis”, “Turris eburnea”…..”Ora pronobis” .. etc., así hasta cincuenta. También solía participar en actividades de la parroquia y era muy amigo de Don Simeón, el párroco, que solía pasar bastante por nuestra casa. Supongo que eran sus momentos finales en una visita a la Clínica San Sebastián donde estaba ingresado, que yo estuve más pendiente de como levantaban las casas de la calle Rafaela Ibarra donde está ahora el Dena Ona. De la muerte, funeral etc..., no me enteré pues supongo que estaríamos blindados y protegidos aunque sí recuerdo la esquela del periódico y los recordatorios donde me impresionó ver, por primera vez, mi nombre (y el de todos) en letra de imprenta y entero (normalmente era Jesusín).


Amatxu .-
Como casi todas las madres de la época personificaba a la perfección el matriarcado pues con muy pocos recursos y mucho coraje gestionó y sacó adelante a toda la familia sorteando una tras otra las dificultades que la vida le puso por delante.
Aunque nacida en Lasarte, que hoy es un población importante pero entonces era un pequeño barrio de Hernani, se sentía profundamente donostiarra donde fue a vivir con pocos años. El día de San Sebastián se celebraba por todo lo alto en casa con comida especial y la marcha de Sarriegui sonando en el tocadiscos a todas horas. Estudió magisterio y ejerció en las escuelas del barrio Gurutze de Oiartzun, también aprendió francés pero solo lo practicaba con nosotros cuando le sacábamos de sus casillas siendo frecuente el enérgico “¡Aseyez vous s´il vous plait!” (que significa “siéntate por favor”) o la bronca en una interminable frase en francés que terminaba también con un tajante N`est pas ?” y aunque ninguno teníamos ni idea de francés el mensaje lo captábamos a la primera.
En casa siempre estaba trabajando y no recuerdo haberle visto nunca enferma. A la muerte de Aitatxu, además de sus labores habituales se tuvo que dedicar a dar clases particulares y a coser para complementar su pensión de viuda y aumentar la economía familiar a la que poco mas tarde, Arantza primero, Jose Mari después y Jose Luis contribuyeron con sus primeros sueldos. Los pocos momentos que tenía de descanso los pasaba cosiendo, haciendo crucigramas y jugando a cartas bien con alguno de nosotros o sola con sus solitarios. Recién fallecido Aitatxu, muchos solitarios los solía hacer entre lágrimas y yo inocentemente le preguntaba Zergaitik zaude negarrez? …. , su respuesta era : Tripako miña daukat.
Con unos 62 años, cuando solo quedábamos solteros en casa Jose Mari y yo, y para poder optar a la jubilación, tuvo el coraje de reincorporarse a la docencia que entonces gestionaba el Ministerio de Educación. Le destinaron a las escuelas de Balmaseda donde estuvo viviendo de patrona y de donde volvía los fines de semana. También creo recordar que estuvo en las escuelas de Zorrotza.

Arantza.-
Muy trabajadora y la mano derecha de la Amatxu en las labores de casa. Al ser la mayor le tocó en alguna época (como a todos los demás hermanos), sacarme a la calle a que me diera el aire y allí iba yo que tendría unos 5 o 6 años acompañando a ella y sus amigas de 13 o 14 a la Sagrada Familia que era el único sitio en Deusto que estaba urbanizado y donde se podía patinar y de donde nos echaban como si fuéramos apestados viviendo la primera experiencia xenófoba. También le solía acompañar a casa de algunas amigas recordando sobre todo la de las Damborenea que era enorme y tenía un jardín muy bonito.
Aunque lógicamente tuve más relación con los hermanos machos, probablemente ella ha sido la que más ha influido en mí pues me enseñó a tocar la guitarra, me regaló el primer libro, me llevó por primera vez al Gorbea y sobre todo introdujo la cultura moderna vasca en casa con aquellos discos de Lertxundi, Iriondo, Laboa y Labegerie, la mayoría de ellos prohibidos.

Jose Vicente.-
Muy inteligente y brillantísimo estudiante. Aunque era bastante exigente, a mí me ayudó mucho en los estudios en especial con el álgebra que pasó de ser una asignatura que se me atragantaba a una materia que me gustó mucho. También me hizo interesarme por la música clásica y me animaba a comprar discos de la serie Privilege de la Deutsche Grammophon que eran los más baratos (300 pts.) dentro de su calidad. Otra de sus cualidades era la tenacidad y lo demostraba tanto estudiando como dando toques al balón sin que se cayera al suelo, empezaba a contar uno, dos, tres…., cuando pasabas al de 10 minutos allí seguía contando quinientos diez, quinientos once…, muchas veces tenía que parar porque era la hora de comer.
Otra gran cualidad era la responsabilidad, que a la Amatxu le venía muy bien y se apoyaba mucho en ello pues tomaba bien el control cuando había alguna dificultad. Recuerdo una vez que salió la Amatxu de la cocina corriendo al otro extremo de la casa y gritando: ¡ Una rata...una rata !. Estábamos solos los tres y yo también hubiera echado a correr pero me agarró Jose Vicente y con una escoba entramos los dos en la cocina con la intención de cazar al bicho. Nada mas entrar vimos la rata, que era enorme, debajo de la fregadera comiendo del cubo de basura. Como la rata asomaba su enorme rabo por debajo de la puertita, la estrategia era que yo se lo pisara muy fuerte para que no se escapara mientras Jose Vicente le sacudía con la escoba. Falló por completo pues nada mas pisarle el rabo, la rata se revolvió, me asusté y levanté el pie antes de que Jose Vicente le pudiera sacudir algún escobazo. La rata se escapó y nunca mas se supo de ella, pero me gané una buena bronca y,  a punto estuve también, de algún escobazo.
Con mucho sentido del humor también, cuando iba a visitar a la Amatxu que ya vivía en Deusto le solía manipular la X que marcaba con un lápiz a los huevos cocidos de la nevera para distinguirlos de los frescos con la consiguiente sorpresa de ella cuando abría uno.

Jose Luis.-
El más guapo según la Amatxu pues al ser rubio decía que tenía aspecto de “gentleman” inglés.
Dibujaba de cine y nunca mejor dicho pues nos hacía películas con rollos de papel donde dibujaba secuencia a secuencia y al pasar el rollo poco a poco daba la sensación de movimiento. ¡Qué no hubiera hecho si hubiera tenido a su alcance  los medios tecnológicos actuales!.
El de mayor imaginación y sentido del humor, sacando la chispa y el lado jocoso a cualquier situación excepto a primera hora de la mañana cuando el desayuno se convertía en un pequeño caos a cuenta de las prisas y la natas de la leche.
Su único “fallo” (dicho siempre con cariño) y ya en los últimos años de soltero, fue la elección de su médico nutricionista (un tal Don José que también creo que  atendía a la Amatxu), que cambió radicalmente los hábitos culinarios de una casa donde se comía de maravilla. A partir de entonces desparecieron el aceite de oliva, las anchoas, las alubias, las comidas con salsa y fueron sustituidos por el aceite de girasol, la margarina y los filetes insípidos a la plancha, yo en concreto no volví a comer decentemente hasta que me casé.

Jose Mari.-
Muy querido por todo el mundo, muy agudo, observador y con fino sentido del humor que en su caso derivaba casi siempre en la sorna y la ironía. Dejó pronto los estudios y se puso a trabajar (todavía con pantalón corto) en una consignataria de buques que estaba en la plaza de Albia. Su primer sueldo fue de 537 ptas., lo recuerdo perfectamente porque era la cifra que ponía en el sobre con el dinero que entregaba a la Amatxu a primeros de cada mes. Aunque me llevaba más de tres años, por cercanía de edad era con el que más contacto y por tanto, con el que más conflictos tenía, conflictos que no duraban mucho porque la jerarquía de la edad se mantenía férrea. En alguna de esas trifulcas me llevé la desilusión de enterarme quienes eran los Reyes. Yo tendría unos 7 años y les había pedido una linterna que me trajeron religiosamente junto a algún regalo más. Al de varios días tuvimos alguna discusión que acabó Jose Mari sin ninguna compasión y con un tajante: ...que sepas que la linterna no te la han traído los Reyes, la he comprado yo en la tienda de Uría.


Tia Naty.-
Cuando se acercaban las navidades y la Amatxu nos anunciaba que ya venía, todos ilusionados, le preguntábamos lo mismo: … y cuando se va ?. La amatxu que tenía también bastante sorna solía contestar: No ha llegado y ya queréis que se vaya?. Era todo un acontecimiento y solíamos tener peleas por ver quien iba al estanco de Anita a comprarle el paquete de “Chester” que costaba 18 ptas. El viaje desde Donosti en aquellos tiempos era una aventura pues cogía en Amara el tren que tardaba unas 3 horas y media hasta Atxuri y atravesaba andando el Casco Viejo   para  coger el trolebús hasta casa. El caso es que en uno de sus viajes estábamos todos ilusionados y preparados para el recibimiento cuando del trolebús no bajó nadie. La decepción duró poco pues alguien se dio cuenta de que se había quedado dentro dormida. Bajó en la siguiente parada, en La Coromina.
Aunque le alborotaba bastante “el gallinero”, a la Amatxu le hacía tanta ilusión como a nosotros que viniera pues cuando estaba ella, se le veía bastante más feliz y relajada hablando de sus labores y de los chascarrillos donostiarras.

Varios

El piano
Otro de los puntos neurálgicos de la casa y que merece capítulo aparte. Era de pared, bastante antiguo pero muy bonito pues tenía dos patas talladas y dos candelabros para velas (uno medio colgando) en el frente. Todos practicábamos algo y las partituras que utilizábamos eran de una colección titulada “Maestros de la Juventud” que consistía en piezas conocidas de compositores clásicos adaptadas a principiantes. Todos teníamos alguna que dominábamos, Arantza tocaba una muy bonita: "El lago de Como" de un compositor (o compositora, no está claro) poco conocido C. Galos, Jose Vicente se especializó en el adagio de la sonata Claro de Luna de Beethoven, a mi me gustaba Chopin y su estudio Tristesse y Jose Luis y Jose Mari creo recordar que tocaban un vals a cuatros manos que se llamaba Los chatitos.
En las celebraciones o cuando había alguna visita teníamos que hacer (normalmente no de muy buena gana) alguna demostración de nuestras habilidades. A la amatxu no le gustaba que pusiéramos "mala cara" en las visitas y por eso nos solía decir: " sois unos zulús! ". Entendíamos  el mensaje pero hasta muchos años más tarde no supe que los zulús son una etnia africana que no tenía buenas relaciones con las tribus vecinas.
Mas adelante, cuando ya entraban en casa amigos de los mayores y con Jose Luis al piano, a oído y sin partitura, se solían montar veladas donde se cantaban sobre todo canciones corales vascas e incluso alguno se atrevía con algún pasodoble. Al final, la carcoma cumplió su misión y algunas teclas dejaron de sonar dejando el piano prácticamente inservible.

El tocadiscos
No creo que hubiera muchos más en la Ribera. Era un Garrard que era la mejor marca de la época y los primeros discos eran microsurco de 78 rpm, de pasta, muy rígidos que se rompían con facilidad por lo que estaban guardados lejos de nuestro alcance. Eran de música clásica y de las mejores editoras de entonces: RCA Victor La Voz de su Amo. Yo me acuerdo bien pues no sabía leer pero los reconocía porque el anagrama era muy curioso : Un perro escuchando un gramófono. De toda aquella música recuerdo que a mi me gustaba la Rapsodia Húngara n.º 2 de Liszt, pero las que más se escuchaban eran: Caballería Rusticana (Mascagni), Poeta y Aldeano (Suppe) y En un mercado persa y El jardín de un monasterio (Ketelbey). Más tarde vinieron los discos de vinilo, más flexibles que los de pasta, de 33 y 45 rpm, y además de música clásica, ópera con Caruso, Mario Lanza etc... llegó música mas moderna e incluso hubo varios discos de Gila y creo también una colección de Assimil para estudiar inglés y otra también me parece que de francés y por supuesto un disco de la tamborrada de San Sebastián que sonaba sin parar en los días señalados.




Jesus M. Lasuen
 Abril 2020  





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